- Al parecer transportaba armas y dinero en efectivo para servicio del CJNG, pero fue detenido por agentes de la Guardia Nacional
- De acuerde a fuentes extraoficiales, el sindicado fue comandante de la FGE e Tuxtla Chico, pero fue removido hace poco por irregularidades
- Se confirma que autoridades locales y estatales están inmiscuidas con el crimen organizado
Huixtla, Chiapas, 15 de junio de 2024.- Elementos de la Guardia Nacional destacamentados en el CAIC de la Aduana de Huixtla, detuvieron a un sujeto que se identificó como agente ministerial, mismo que transportaba un millón 200 mil pesos mexicanos; 70 mil dólares en efectico, así como 4 armas largas dos cuerno de chivo, 2 R-15, además de varias armas cortas, las cuales al parecer llevaba para servicio del CJNG.
Se trata de quien se identificó como agente ministerial Ocaña, quien al principio se negó a descender de la unidad tirando el “charolazo”, lo cual no le importó a los elementos de la Guardia Nacional, quienes lo obligaron a una inspección.
Fue así como se descubrió dentro de la unidad el dinero en efectivo, así como las armas largas y cortas, además de cartuchos útiles. Al parecer, el agente ministerial estaría trabajando al servicio de una célula del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la región.
El detenido, tras ser detenido amenazó al personal de la Guardia Nacional, pero ni así logró amedrentarlos, siendo trasladado a las instalaciones de la FGR, donde fue procesado.
Lo anterior no hace más que comprobar lo que es un secreto a voces, la colusión entre las autoridades con el crimen organizado. Y es que no es nuevo saber cómo mandos de la FGE han sido relacionados con grupos criminales, que operan prácticamente en todo el estado.
El aumento de la violencia en Chiapas se debe a varios factores, pero principalmente al contubernio de mandos policiacos, llámese agentes ministeriales, comandantes, con capos del narco que han hecho de la entidad su centro de operaciones y una plaza altamente disputada, dada su posición geográfica de frontera con Centro y Sudamérica.
La disputa de la plaza ha dejado un largo rastro de sangre en cada rincón de la entidad, gracias a la permisividad de las autoridades, que se presume se han vendido al mejor postor, poniendo en bandeja de plata de los criminales la seguridad de la población, que cada día vive más aterrada ante los casos de violencia.
Los sucesos en municipios como Pantelhó, Tila, la zona serrana de Chiapas (Frontera Comalapa, Motozintla, El Porvenir, Chicomuselo), la zona fronteriza (Suchiate, Frontera Hidalgo, Tuxtla Chico, Cacahoatán, Tapachula), la Costa (Huixtla, Acacoyahua, Acapetahua, Pijijiapan, Tonalá, Arriaga), el valle (Jiquipilas, Ocozocoautla, Berriozábal), Tuxtla Gutiérrez, los Altos de Chiapas o la Fraylesca (La Concordia, Villa Corzo, Villaflores), demuestran la incursión del crimen organizado sin ningún tipo de obstáculo.
Hacen y deshacen a placer, operan a la vista de todos y sin rendir cuentas a nadie. Los levantones, ejecuciones, aparición de cuerpos torturados o desmembrados, son el pan nuestro de cada día. Mientras las autoridades hacen cuentas alegres y desvían la atención a otros temas, se evita hablar de la inseguridad que se vive en Chiapas y que ha convertido en un infierno a la entidad, donde la población está huyendo de sus tierras, están siendo desplazados por el crimen.
La mano dura de la Guardia Nacional fue bien vista en este caso, y el llamado es para que el Gobierno Federal vea la realidad de Chiapas y mande más efectivos de la GN y el Ejército, para que se recupere el terreno que fue cedido, o vendido hace mucho tiempo a los criminales.